Sostenibilidad vs sustentabilidad

 

Como punto de partida es importante destacar que ambos términos significan exactamente lo mismo. Sostenible es el modo europeo y sustentable el modo latino de definir a este tipo de arquitectura.

Según algunos arquitectos españoles es más acertada nuestra forma de llamarla por que se “sustenta” en vez de “sostenerse” acentuando la idea de firmeza; pero esto no deja de ser un juego dialectico.

Sin importar el lugar del mundo en que nos encontremos, la arquitectura sustentable o sostenible procura mejorar el dialogo entre el hombre la arquitectura y la naturaleza; intentando reducir los impactos de nuestra sociedad sobre el planeta.

 

Un edificio tiene tres siclos de influencia sobre el medio. El primero es durante el periodo de construcción, el segundo durante la vida útil y un tercero en su demolición o desmontaje. En cada siclo existen factores y que cambian el carácter del mismo. Las decisiones sustentables pueden tener gran protagonismo en cada una de estas etapas, sin tener por qué estar vinculadas directamente a la reducción de los consumos generados por los habitantes.

Todos los materiales que se utilizan en el periodo de construcción tienen gran repercusión sobre el medio. En la elaboración de cada uno se consumieron recursos naturales, algunos renovables otros no; aquí es donde interviene la sustentabilidad. Incorporando el término huella ecológica, que define el impacto de las cosas sobre el planeta; midiendo cuanta superficie fue necesaria para obtener este material o abastecer cierta acción. La utilización de materiales reutilizables o reciclados podría ser una actitud que confiere sustentabilidad a la primera etapa de proyecto. Por ejemplo el metal y el hormigón armado son materiales que generan grandes huellas ecológicas por la devastación que generan en el medio para poder ser confeccionados y es ineludible el consumo energético que esto requiere. En cambio la madera, si bien es una materia de muy lenta recuperación, si se administra correctamente, es un recurso renovable e inagotable.

Cuando un edificio está terminado comienza el segundo ciclo donde la sustentabilidad resalta decisiones relacionadas a la bioclimática o al mantenimiento del mismo. Durante la vida útil consumirá cantidades de energía que de no ser pensado con anterioridad serán excesivas pudiendo disminuirse con decisiones muy sencillas como simplemente orientar lógicamente las aberturas o utilizar correctamente aislantes térmicos según el uso.

Si bien el hormigón es un material muy nocivo a la hora de su materialización, creo que en esta etapa podría ser un buen ejemplo de una terminación que necesita muy poco mantenimiento y de un envejecimiento muy digno.

Es importante destacar que éste es el periodo más lago de una obra arquitectónica y todo desarrollo o énfasis de ahorro debería estar vinculado al mantenimiento y vida útil de un edificio. La elección de materiales de bajo costo de mantenimiento, buena orientación de aberturas, diseñar sistemas para facilitar la limpieza, son estrategias simples y que nunca deberían ser pasadas por alto.

En Europa se hace mucho hincapié en que va a pasar con los materiales de la obra una vez demolida o desmantelada. La sustentabilidad juega su papel incorporando conscientemente materiales que puedan ser reutilizados. Importante destacar que nuestra realidad latinoamericana no es la misma. Pensar desde el inicio en la reutilización de los materiales con un fin ecológico es bueno, pero a decir verdad son pocos los edificios de gran envergadura que se voltean. En nuestro contexto es importante aplicar el criterio sostenible a la disminución energética en las dos etapas anteriores.

 

Es importante comprender que toda decisión sustentable debe ser proyectada desde la realidad económica, social, cultural y climática del lugar de emplazamiento. Un edificio construido en iguales latitudes pero en dos países distintos nunca van a tener las mismas estrategias bioclimáticas. Si bien su clima puede ser muy similar la realidad económica o social implica una diferente forma de construir.

Hay decisiones que pueden ser correctas en unos países y en otros no, sin importar el poder adquisitivo del mismo. No solo la disponibilidad de dinero determina los materiales a elegir. Es muy poco sustentable importar un material desde miles de kilómetros por más que su comportamiento climático o estético sea fantástico; porque así se deja de lado el consumo energético y monetario que se genera para trasladarlo y lo más lamentable es que se pierden las tradiciones constructivas del sitio. Toda arquitectura vernácula da una buena respuesta a todos estos aspectos; haciendo buena elección de materiales, desempeño social, cultural e histórico y con buen comportamiento ante el clima. Esto no quiere decir que debemos seguir haciendo lo mismo, sino tomarla como ejemplo intentando entenderla y reinterpretarla.

 

La sostenibilidad está en boca de muchos y no todos la saben definir, siendo en realidad muy simple: Toda acción o decisión que disminuya los consumos energéticos que genera una obra de arquitectura es sustentable. No debemos diseñar arquitectura 100% autosuficiente; esto no deja de ser prácticamente un mito o una arquitectura “concept”. Toda arquitectura consume; si no es durante su vida útil, lo hará en su construcción o desmantelamiento. La premisa fundamental es reducir los consumos en la mayor medida posible.

 

Matías A. Dinardi, Mgtr. Arq.

 

 


Criterio – la más eficiente estrategia.

 

Todo lugar en el globo tiene marcas propias representativas que lo distinguen del resto. El clima, la sociedad, la cultura, la realidad económica, etc. caracterizan y definen la arquitectura de cada sitio. Si bien hay ciudades con similares condiciones climáticas nunca puede repetirse un mismo edificio en ambas; el contexto tiene miles de variables que imposibilitan la clonación edilicia.

La globalización y la velocidad de acceso a la información nos han hecho creer que podemos copiar modelos extranjeros y reproducirlos en cualquier parte. Y de hecho, de disponer del dinero necesario, se puede construir lo que queramos donde nos plazca. ¿Pero es lo correcto?

La arquitectura vernácula tiene un “por que” y una fundamentación arraigada en la historia propia del sitio; en la que juegan factores no solo de la realidad actual sino de la tradición y la cultura.

Hoy en día hay muchas técnicas constructivas y materiales que traspasan fronteras, desdibujando la realidad del emplazamiento y quitándole toda oportunidad de hacer un edificio realmente autóctono e inigualable.

Esto no es motivo para no avanzar en el tiempo. Todo puede mejorarse. Constantemente aparecen nuevos elementos en la construcción que superan la calidad de los anteriores. La reflexión debe hacerse en cuando deben ser aplicados y cuando es más sustentable hacerlo.

Cada material escogido y cada distribución funcional utilizado por la arquitectura tradicional tiene un motivo anclado fuertemente en cientos de años de experimentación; quizá no por arquitectos con titulo, sino por la sociedad que a base de prueba y error experimentado con las materias disponibles y encontró la mejor solución a las inclemencias del entorno.

La acción arquitectónica tiene que responder a esto de una manera muy simple: hacer arquitectura actual, con materiales y técnicas actuales pero sin dejar de estudiar la arquitectura vernácula antes de empezar y quizá tomar ciertas pautas para no despojar a un lugar de su tradición arquitectónica. En pocas palabras empezar a diseñar utilizando la ayuda y la cultura de años de experimentación en el sitio. Esto no es más que utilizar criterio común.

Bajo estos principios deberíamos pensar la arquitectura. Toda estrategia bioclimática, por ejemplo, intenta hacer que un edificio dialogue de mejor manera con su entorno o clima. Pero no es necesario para esto llegar a los extremos de utilizar células fotovoltaicas o aerogeneradores. Simplemente orientando correctamente las aberturas, con el fin de captar el sol necesario para invierno y evitar el de verano, ya hay un gran progreso. Esta comprobado que el correcto diseño de ventanas dan un ahorro del 40% de la energía necesaria para aclimatar artificialmente una vivienda.

No hace falta explicarle a un arquitecto la importancia de orientar correctamente una abertura. Se da por entendido que éste artefacto se transforma en un captador solar de gran capacidad, capas de generar efecto invernadero, algo muy eficiente para la ganancia térmica; y criteriosamente debe ser orientado según el movimiento del sol para que sus cualidades no se transformen en un gran problema. Pero no hace falta ser un profesional para poder deducir esto; sino emplear un poco de criterio común.

Un accionar muy común a la hora de construir es creer que mientras más aislantes se apliquen mejor es la eficiencia y esto es un gran error. No todos los muros reciben la misma carga solar. En el hemisferio sur por ejemplo el muro norte recibe poco sol en verano y mucho en invierno lo cual es muy bueno y sería fácil de aprovechar para calefaccionar. En cambio el muro oeste necesita gran capacidad aislante ya que recibe fuertes insolaciones a lo largo de todo el año y en verano se transforma en algo anti producente. Y así pueden definirse miles de características típicas de cada orientación. Pero no solo a efectos solares sino de vientos, lluvias, nieves, etc. La aplicación del aíslate correcto es como en todo, una cuestión de detenimiento y estudio. No puede ser copiada de una arquitectura ajena al sitio.

A veces la decisión más simple es la mejor estrategia bioclimática y define a su vez la generación de la idea proyectual. No es necesario complejizar la arquitectura para que ésta sea eficiente, sino optar por lo más racional.

Los grandes arquitectos de la historia no se han definido por los materiales que usan o cuan sofisticados son los mecanismos de acondicionamiento. Aunque esto siempre llama la atención últimamente… hay una instancia superadora que es la de una gran idea basada una aplicación de criterio dictado por el sitio. ¿Qué es lo que el lugar quiere que yo construya en él?

La mejor estrategia no es la más costosa o llamativa sino la que quizá nunca se alcanza a ver, es algo mas allá de un titulo o una profesión, es algo que toda persona debería saber escuchar…

El criterio común a la hora de diseñar.

 

Matías A. Dinardi, Mgtr. Arq.

 

 


Arquitectura + Hombre

 

Toda creación arquitectónica nace de una necesidad social. Todo diseño tiene su semilla en un actuar humano y la necesidad de un espacio que lo contenga o ayude a desarrollarse.

La arquitectura no es solo un contenedor de actividades, también pude ser desencadenante de una actitud y de una costumbre humana.

Como sostiene Joaquín Arnau “La primera consecuencia del propósito de habitar no es la habitación, sino el hábito. El habitar crea hábitos y los hábitos constituyen un principio de habitación: habitar es habituarse. Hábito y habitación juegan así un juego dialéctico”.

Así vemos como un diseño puede generar una costumbre y una costumbre deriva en una necesidad. Todo hombre tiene hábitos y comportamientos generados por la arquitectura que a éste rodea. Inconcientemente el individuo toma como habitual lo que su ambiente transformo en su hábito.

El espacio que lo rodea brinda facilidades y dificultades para las actividades cotidianas de la persona; de repente esto genera en el individuo una inquietud. Si su entorno le dificulta realizar una actividad determinada se están generando nuevas necesidades a incluirse en nuestro futuro programa de diseño, como así también un espacio propicio para una actividad genera en el individuo un nuevo comportamiento; que con el tiempo puede transformarse en un hábito.

Si una persona esta acostumbrada a disponer de un espacio que incentiva una actitud positiva; el día que éste falte se habrá convertido en una necesidad inducida por la costumbre. Está en la naturaleza humana convertir comodidades en necesidades, y hacer de una costumbre algo indispensable; lo cual solo podemos identificar en su ausencia.

 

“de pronto, la arquitectura dejo de ser un conjunto de reglas añejas para convertirse en un arte vivo con un propósito social”   Cesar Pelli 

 

No se debe olvidar que la arquitectura es del hombre y para el hombre; debe cumplir un rol social; nace de una necesidad humana. Es un juego entre forma, funcion y tecnología. La forma se vincula a la parte emocional de la persona, a lo artístico; la función a las necesidades del quehacer humano y la tecnología a la posibilidad, el lugar y el tiempo en el que se construye. Los tres tienen relación directa con la cultura.

Un mismo programa llevado a la arquitectura en dos lugares distintos genera dos edificios totalmente diferentes. En ello intervienen múltiples factores: lugar, clima, tecnología, mano de obra disponible, costumbres, etc.

Todo diseño esta vinculado con el entorno que lo alberga. El lugar como la cultura propia de sus habitantes tiene incidencia en el objeto arquitectónico.

La función del diseñador es lograr concatenar una amable relación entre las necesidades sociales, la forma que las alberga y la adaptabilidad de ésta con el entorno. No se debe olvidar nunca el fin para el cual ha sido concebida, la necesidad humana que dio origen a dicho emplazamiento. Y como dice A. W. N. Pugin “La apariencia de un edificio, tanto externa como interna, debe expresar y responder al propósito para el cual ha sido concebido”. La buena arquitectura no se destaca del resto por ser solo llamativa en su entorno sin también porque cumple con su rol social.

El afán de querer sobresalir quita el profesionalismo de nuestro trabajo, lamentablemente el hombre, inducido por el deseo de ser diferente, olvida el origen de la arquitectura: dar lugar a la actividad humana protegiéndola del clima y propiciando el correcto intercambio cultural; entendiendo por cultura cualquier actividad desarrollada por un grupo de personas.

 

“Un edificio puede ser figura y al mismo tiempo estar en armonía con el tejido urbano al que pertenece. Puede aumentar el poder de su arquitectura” Cesar Pelli

 

La arquitectura a diferencia de las otras artes no deriva del gusto, de un pasatiempo, de una habilidad innata o del ocio; ésta nace de una necesidad humana. La arquitectura no llena un espacio… la arquitectura lo genera, la arquitectura es el espacio.

Arquitectura es arte porque proviene de la parte sensible del ser, juega con la forma y busca armonía compositiva, pero a la vez suple necesidades humanas y es donde el arte encuentra su rol social y cultural.

 

La arquitectura no es para arquitectos… es para el hombre.

 

 

Matías A. Dinardi, Mgtr. Arq.

 

 


Diseñar: ¨una actitud de vida¨.

 

Toda actividad en la vida puede ser un ejercicio de diseño. Cada día se nos presentan innumerables oportunidades para diseñar; voluntaria o involuntariamente. Uno puede elegir si esta oportunidad se convierte en un verdadero desafío o solo en algo cotidiano que se debe complacer.

Cada mañana cuando nos peinamos… ¿No es acaso modelar una materia para que se vea a nuestro gusto? ¿No es acaso un diseño? Cuando nos vestimos o compramos ropa… ¿Que vamos a usar? ¿Cual es la adecuada para la actividad que vamos a efectuar? Diseñamos nuestra apariencia para dar la imagen requerida y para satisfacer una necesidad humana. ¿No es acaso eso diseñar?

Todo lo que nos rodea son elementos que alguna vez alguien los diseño. Y en todos los casos encontramos un fundamento morfológico, funcional y tecnológico.

Un tenedor por ejemplo: es un utensilio sumamente admirable. Encontramos en él un por que funcional. Es, en occidente, la herramienta mas practica, hasta ahora, para una determinada función (comer). Cuatro pinches con un cabo diseñados ergonómicamente, son mucho mejores que un palo con punta. Está también el carácter morfológico; encontramos infinitas variantes para complacer todos los gustos y estilos, como también así recursos económicos. Y desde la tecnología podemos ver gran variedad de materiales usados para su construcción.

Para llegar a lo que hoy conocemos como un tenedor el hombre tuvo que investigar, probar y descubrir. Fue un proceso de diseño que ha durado miles de años y jamás va a acabar.

Primero existió una necesidad, luego un diseño y luego el uso. El primer tenedor seguramente no cumplió con todo lo requerido y fue mutando hasta conseguir un mejor resultado.

Este mismo proceso podemos descubrirlo en todo lo que nos rodea y que mas evidente que la arquitectura. Desde la primera construcción, de palos y hojas, que quizás solo nos resguardaba de la lluvia, algo sumamente precario; hasta hoy donde pensamos en rascacielos de un kilómetro de altura, capaces de hacer todo por nosotros. Abren y sierran sus puertas de forma automática, calientan y refrescan ambientes, dejan entrar la luz necesaria para una actividad determinada, edificios que se adaptan a la actividad y a la circunstancia. Hoy en día encontramos arquitectura inteligente; hemos llegado a atribuirle adjetivos humanos…

 

¿Nunca va a haber un fin en este proceso de diseño?

El hombre siempre va a tener necesidades y esto nos conduce a crear…

En toda creación existe diseño.

 

Está en cada uno ver si la oportunidad que se presenta la desperdicia haciendo algo que sólo satisfaga una necesidad, o crea un verdadero objeto de respetable diseño.

Lo más gratificante en la vida de un diseñador es sentir orgullo por haber creado algo bien. Hacer un elemento que este pensado en su totalidad.

Forma, función y tecnología; desde un tenedor a un rascacielos.

 

Matías A. Dinardi, Mgtr. Arq.